Pensé que podía ser suficiente.
Y salí a escuchar como la tarde se iba apagando. Y un pequeño avión cruzó entonces el cielo, muy cerca. Ya era la hora de recoger la ropa, tal vez ya estaría seca.
Todo esto en una fracción de segundo, y cuando me miraste, seguía estando a tu lado.
Pensó que a solas podía captar el universo entero;
Pero la única voz que obtuvo por respuesta
Fue el falso eco de sí mismo
Que procedía del precipicio,
al otro lado del lago.
(un encuentro, siempre, con Robert Frost)
29 de noviembre de 2015
27 de noviembre de 2015
Los árboles de los ríos
Hay un poema maravilloso de Pia Tafdrup que se titula
La fuerza de gravedad del cielo
En las horas de un día fatigoso y largo, hubo un momento en que quise escribir:
si pudieras verme ahora
El sol se pone, un dolor momentáneo
desgarra a mi padre.
Me siento con él, le cojo la mano,
conocido y desconocido
- no se la he tenido así nunca antes.
Horas antes de leer el poema de Tafdrup pensé
¿dónde están mis iguales?
Y un poco después alguien dijo:
los árboles que crecen a las orillas de los ríos, los alisos, los abedules,
de todos ellos me siento cercano.
Descansé unos segundos en esas palabras
antes de volver a experimentar, desconcertado, la fuerza de gravedad del cielo.
La fuerza de gravedad del cielo
En las horas de un día fatigoso y largo, hubo un momento en que quise escribir:
si pudieras verme ahora
El sol se pone, un dolor momentáneo
desgarra a mi padre.
Me siento con él, le cojo la mano,
conocido y desconocido
- no se la he tenido así nunca antes.
Horas antes de leer el poema de Tafdrup pensé
¿dónde están mis iguales?
Y un poco después alguien dijo:
los árboles que crecen a las orillas de los ríos, los alisos, los abedules,
de todos ellos me siento cercano.
Descansé unos segundos en esas palabras
antes de volver a experimentar, desconcertado, la fuerza de gravedad del cielo.
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