24 de agosto de 2014

Los supervivientes

El veintinueve de noviembre de 2006 El País publicó una larga entrevista con Michael Schumacher, siete veces campeón del mundo de Fórmula 1 y piloto legendario, con motivo de su retirada de las carreras (luego regresó a la competición).

El titular era: Ya no he de enfrentarme a mí mismo.
(La frase literal que luego aparece entre sus respuestas es: Ya no tengo que enfrentarme permanentemente a mí mismo por causa del deporte)

El veintinueve de diciembre de 2013, ya retirado definitivamente, Schumacher sufrió un grave accidente mientras esquiaba, entró en coma y los médicos dijeron que sufría graves lesiones cerebrales.

Cinco meses más tarde salió del coma y abandonó el hospital para ingresar en una clínica de rehabilitación. Desde entonces apenas se sabe nada sobre su evolución.

Recuerdo todo esto a partir de una entrevista en la que nada hacía presagiar lo que vendría después. Conservé el recorte de periódico, junto a muchos otros, en cajas que hace poco he vuelto a abrir.

Lo hago mientras leo Un antropólogo en Marte, de Oliver Sacks; y tras ver la película Despertares, basada en uno de sus libros. Un neurólogo que también es un excelente escritor y que es capaz de vibrar junto a personas muy concretas mientras intenta comprender algo de su experiencia cuando permanecen aislados del mundo por alguna enfermedad cerebral.

Una de las mayores ilusiones es pensar que se puede, y de alguna manera se debe, avanzar y progresar, ir siempre hacia delante (es el efecto trinquete, propio de los progresos científicos). Pero la vida en general, también el arte, poco tienen que ver con esto. En ellos la idea de progresión es mucho más relativa y suele tener una forma de círculo más que de línea recta.

Giramos y es posible (ojalá) que pasemos sobre el mismo punto a distinta altura cada vez. O a distinta profundidad. Uno de los poemas más representativos de Seamus Heaney se titula Cavar y habla de la manera que su padre tenía de trabajar la tierra y de como él intenta hacer lo mismo aunque con otros medios: Digging.

Lo que ocurre es que tampoco está claro que la dirección de esas líneas circulares sea siempre la misma: tal vez se parece más a un evolucionar en diferentes sentidos, lo que alguien podría llamar hacia delante y hacia atrás, sin que uno u otro sentido tengan connotaciones positivas o negativas.

A veces Cavar es querer ir hacia atrás con tenacidad y dificultad (puede resultar hasta peligroso). Y en ocasiones se podría aprender tanto releyendo como leyendo lo último publicado. E igual puede que ocurra con la lectura de nuestra cotidianeidad, de nuestra vida diaria.

Ya que estamos situados en algún umbral, invisible, dejarnos caer hacia atrás o hacia delante es solo un pequeño paso para acceder a otro umbral. Y puede que así sucesivamente, muy a pesar de la memoria: la gran fábrica de la imaginación.

Ojalá Schumacher salga adelante.

Ya sea en las personas, las plantas o los elementos me gustan los supervivientes
(se lo escucho a Oliver Sacks)

23 de agosto de 2014



















Comencé a pensar qué me había querido decir. Pasaron las horas, me apeteció volver al cuaderno, intentar decir algo sobre aquello que me salvaba. En cada día y a cada segundo.